La rehabilitación, una oportunidad para mejorar la seguridad y la calidad de vida
Conclusiones al Foro de Instaladores en Rehabilitación organizado por la campaña #ComunidadInstalador® en REBUILD REHABILITA
El Foro de Instaladores en Rehabilitación, celebrado en el marco de la pasada edición de REBUILD REHABILITA, dejó claro que la rehabilitación de edificios va más allá de la eficiencia energética: es una oportunidad —y una obligación— para mejorar la seguridad, la salud y el confort de los espacios habitados. En un contexto de envejecimiento del parque inmobiliario español, las intervenciones en aislamiento, ventilación, instalaciones eléctricas o acústicas se han convertido en ejes fundamentales de una vivienda saludable.
Participaron en el Foro:
- David Molina, director técnico de Andimat.
- José Antonio García, gerente de Prolisur.
- Álvaro Pimentel, secretario general de AISLA
- Antonio Cortés, AC Tools
“Cuando se aborda la rehabilitación, también es una oportunidad para las empresas instaladoras y para las de materiales. ¿Cómo empiezo a hacer más eficiente este edificio?”, planteaba David Molina, director técnico de Andimat.
Seguridad más allá del fuego
Aunque la atención mediática reciente se ha centrado en los incendios como el ocurrido en un edificio de viviendas de Valencia en 2024, los expertos reclaman una visión global de la seguridad en las viviendas.
“La seguridad no es solo contra incendios, también incluye humedades, calidad del aire, confort acústico e incluso el estrés psicológico derivado de un mal diseño”, explicaba David Molina.
Álvaro Pimentel, secretario general de AISLA, recordaba que “cuando buscamos qué motiva una rehabilitación, rara vez encontramos la mejora de la seguridad. Normalmente, se rehabilita por confort, estética o eficiencia energética”. Sin embargo, este profesional insistió en que “no solo tenemos la oportunidad, tenemos la obligación” de mejorar la seguridad, aludiendo al marco normativo de la EPBD y al reto de la descarbonización total en 2050.
La calidad del aire y los riesgos ocultos
Uno de los grandes olvidados en las intervenciones es la calidad del aire interior, un factor determinante para la salud.
“En un dormitorio cerrado durante la noche se pueden superar las 1000 ppm de CO₂. A partir de 850, el cerebro ya funciona peor”, advertía José Antonio García, gerente de Prolisur.
Este problema se agrava en viviendas rehabilitadas sin un estudio adecuado de ventilación. El cambio de ventanas o el uso de sistemas de aislamiento sin considerar la renovación del aire puede generar condensaciones, moho y un deterioro de la salud del usuario.
“Hay que ser conscientes de que el edificio, tras la intervención, funciona diferente. Si antes ventilabas una vez por semana, ahora necesitas hacerlo todos los días o instalar ventilación mecánica”, puntualizaba Álvaro Pimentel.
Ruido y confort acústico: una necesidad, no un lujo
El aislamiento acústico fue otro de los grandes temas del foro. Aunque se suele pasar por alto, el ruido afecta directamente al descanso, la salud mental y la productividad.
“Hemos visto casos psicológicamente extremos. El que no duerme, se desquicia”, compartía Antonio Cortés, instalador especializado en pladur y aislamiento acústico.
Desde la ingeniería acústica, José Antonio García apuntó a tres frentes: “En el residencial, muchas veces el problema es la mala ubicación de máquinas como ascensores; en la hostelería, la normativa rara vez se cumple; y en la industria, es donde mejor se aplica la normativa”.
Incendios: percepción, realidad y necesidad de control
Tras el incendio de Valencia, los materiales aislantes fueron objeto de sospecha pública, aunque los ensayos técnicos descartan su responsabilidad.
“Nos han situado en el foco. Y el aislamiento térmico está ahí para proteger, no para arder. Lo que hay que hacer es instalarlo bien”, defendía Pimentel.
Todos coincidieron en la necesidad de mayor control de ejecución y documentación. “Hay que auditar las obras, implicar a los fabricantes y entregar un manual de uso de la vivienda”, proponía Molina.
Antonio Cortés insistió en que “en obra nueva, lo prescrito se cumple. Pero en reforma, si no está por escrito, se hace como cada uno puede. Echamos de menos un jefe de obra presente”.
Profesionalización del sector: una necesidad urgente
Uno de los grandes retos es la falta de relevo generacional y la desprofesionalización de la figura del instalador.
“Nadie quiere ser obrero. Faltan reconocimiento, formación y un título profesional con glamour. Yo soy instalador, y con orgullo”, reivindicaba Antonio Cortés.
“Llevamos años pidiendo el reconocimiento profesional del instalador, desde el nivel académico hasta su inclusión en los proyectos. Esa figura debe existir y estar regulada”, reforzaba Álvaro Pimentel.
Además, se propuso fomentar el autoempleo, facilitar la homologación de títulos de profesionales latinoamericanos y mejorar la formación técnica desde entidades como la Fundación Laboral de la Construcción.
Un cambio cultural necesario
El foro cerró con una reflexión compartida por todos: urge un cambio de mentalidad. La rehabilitación debe ser un proceso holístico. No solo para cumplir con los objetivos de descarbonización de 2050, sino para hacer nuestras viviendas más sanas, más seguras y más humanas.
Desde el usuario hasta el técnico, pasando por las administraciones, debemos entender que nuestras viviendas son sistemas complejos que requieren atención, mantenimiento y conocimiento.
“Nos conocemos al detalle el móvil, pero no sabemos cómo funciona nuestra casa, que es el mayor patrimonio que tenemos”, concluía uno de los ponentes.
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