La pobreza energética en España en el contexto europeo
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Los primeros estudios sobre pobreza energética datan de los años 80 del pasado siglo, desde el ámbito de la medicina, y, concretamente, desde el Sistema Nacional de Salud de Reino Unido (NHS). El objetivo y enfoque de esos estudios iba dirigido a estudiar el impacto que tenían los efectos del frío (o una inadecuada temperatura) en viviendas y otras patologías asociadas como los hongos o la humedad tenían en enfermedades respiratorias, cardiovasculares y mentales.
Pero, ¿Qué es la pobreza energética? Una de las pioneras en definir la pobreza energética fue Brenda Boardman quien, en 1991 la definió mediante la conocida como la regla del 10% (o “Ten Percent Rule”, TPR), a través de la cuál establecía que un hogar puede ser considerado en pobreza energética si su gasto destinado a cubrir sus necesidades energéticas excede el 10% de los ingresos totales que entran en el hogar. Desde entonces, el término “pobreza energética” ha ido tomando progresivamente una relevancia mayor y se han ido proponiendo definiciones alternativas basadas en diversos indicadores.




Actualmente, el modelo energético global vive un profundo proceso de transformación, que se ha visto acelerado en los últimos años por diversos factores como las crecientes tensiones relacionadas con el suministro de recursos energéticos como el gas natural o petróleo a nivel global, y los objetivos climáticos planteados en el Acuerdo de París. Situación que, el caso concreto de la Unión Europea cristaliza en el recientemente aprobado “Fit For 55 package” vinculada al Marco Sobre Clima y Energía 2030 y en la estrategia a largo plazo para 2050, que pretende tener una economía neutra desde el punto de vista del clima en el año 2050. Uno de los mayores retos en este proceso es la transición de un sistema energético tradicional basado en combustibles fósiles a un sistema descarbonizado, basado en fuentes de energía renovables, en lo que se ha acuñado como “transición energética”, que aúna retos no sólo de carácter tecnológico, sino también económico y social.
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