En los últimos años se ha puesto de manifiesto, a través de diferentes estudios, la influencia que los espacios edificados tienen en la salud y el bienestar de las personas que los ocupan –la Comisión Europea señala ambos factores como indicadores básicos de la sostenibilidad del inmueble– y cuestiones como la calidad del aire interior, o el confort térmico y acústico han cobrado especial relevancia en cualquier proyecto constructivo.
Pero, además de este impacto directo, los inmuebles también dejan su huella en el entorno inmediato, siendo los responsables de más del 40% de la energía consumida en Europa y del 36% de las emisiones de CO2. Transitar la senda hacia la creación de espacios más respetuosos con el entorno y el individuo es el reto que se persigue desde el sector de la construcción, y para ello se apuesta por el empleo de soluciones que ofrezcan una respuesta global y contribuyan a mejorar la calidad y la eficiencia de los espacios construidos.