¿Cómo elegir biocombustibles para calderas?
- Escrito por José Antonio La Cal Herrera
Una de las preguntas que se podrían formular a la hora de abordar un proyecto de producción de energía térmica con biomasa en un edificio, bien nuevo o para una sustitución de un sistema fósil como gas natural o gasóleo, por ejemplo, sería la siguiente: ¿qué es lo primero, el biocombustible o la caldera de biomasa? Es decir, ¿por dónde se empieza?
Pues bien, no cabe ninguna duda de que, por lo primero, es decir, por la elección del biocombustible. Según la experiencia del autor, está demostrado que una caldera buena no funciona con una biomasa inadecuada; y, sin embargo, al revés, sí. Es decir, una caldera de menor nivel de prestaciones sí que puede funcionar perfectamente con una biomasa apta, en teoría de menor calidad.
Es importante, a la hora de hablar de calidad de la biomasa, utilizar la palabra “apta” o “no apta” para una aplicación o uso determinado, puesto que aquella que puede no ser apta para una determinada aplicación o uso, sí que puede serlo para otra. Por ejemplo, para un uso industrial o para la generación de energía eléctrica en una central de biomasa según un ciclo Rankine de combustión, las exigencias no tienen por qué ser las mismas que para un equipo doméstico o terciario, es decir, que vaya a instalarse en un hotel, gimnasio, colegio u hospital, por citar algunos ejemplos. Van a variar las necesidades de espacio para el almacenamiento, por ejemplo, y otros factores como la granulometría, la humedad, el precio o el sistema de alimentación, entre otros.
En el presente artículo vamos a tratar de esclarecer todo esto con algunos datos, imágenes y la experiencia del autor.
En un proyecto de biomasa, la primera cuestión es qué tipo de biomasa tenemos a nuestro alcance (tipología, origen y principales características o parámetros físico-químicos, disponibilidad, estacionalidad, etc.), la cantidad anual o mensual disponible (seguridad de abastecimiento) y su precio en €/t en principio, aunque lo ideal es en c€/kWh. No son cuestiones demasiado complejas, sin embargo, no son demasiado habituales.
Vamos a poner un ejemplo. Supongamos que tenemos acceso a biomasa procedente del hueso de aceituna, igual lo podíamos hacer para la astilla de alguna especie leñosa, como pino u olivo, por ejemplo; o, para el pellet de madera de pino (estandarizado o no, eso no tendríamos por qué saberlo todavía).
Por tanto, tenemos acceso a hueso de aceituna, en principio nos han dicho que es bueno, es decir, apto para su uso en equipos domésticos, que hay suficiente para todo el invierno, según indicaciones del proveedor y a un precio razonable o asequible, a priori. Esto es insuficiente para la toma de decisiones de instalar o no biomasa o de cambiar o no el sistema actual fósil o eléctrico por biomasa. Para tomar la decisión acertada, tenemos que incidir en una serie de puntos, que podrían ser los siguientes:
Calidad del biocombustible
¿Ese hueso está seco? ¿qué humedad tiene en la actualidad? ¿ha sido previamente tratado? ¿tenemos alguna analítica del mismo de algún laboratorio? ¿está estandarizado? Nos interesan 3 parámetros básicos: la humedad y el PCI que están vinculados, y su contenido en cenizas, que va a afectar al mantenimiento de los equipos.
Suministro del biocombustible
¿Cuánto me podría suministrar anualmente? ¿bajo qué formato, a granel, en big bag, en sacos de 15 kg, neumático, mediante volquete, …? Esto es fundamental para disponer de una adecuada planificación logística, incluso va a afectar al precio final y, por supuesto, va a limitar el proveedor o proveedores de biomasa.
Comparar precios
¿Con qué otro biocombustible, fósil o renovable, lo podría comparar para saber si el precio es competitivo? Sería conveniente poder determinar el precio en términos de c€/kWh, para poder comparar con otros biocombustibles sólidos, fósiles, incluso electricidad, emisores térmicos o bomba de calor. Así se podrá tomar la decisión final en base a la mayor cantidad de información posible. Existen índices de precios para poder comparar como los elaborados por AVEBIOM o por I.D.A.E.
Si todas estas cuestiones están claras, podríamos dar el siguiente paso que sería seleccionar el equipo de combustión, es decir, el conjunto quemador-intercambiador, con todos sus elementos auxiliares, que es lo que conocemos como caldera de biomasa. Y, posteriormente, el resto de equipos e instalaciones necesarias para el correcto funcionamiento de la instalación en su conjunto, tales como silo de almacenamiento, depósitos de inercia y chimenea.
Alguien podría pensar que un usuario común no tendría por qué saber todo esto sobre los biocombustibles, al igual que no tenemos que saber tanto cuando repostamos en una estación de servicio. Ello se conseguiría con la normalización o con la estandarización de los biocombustibles, bastante extendida, por cierto, incluso para el hueso de aceituna (norma UNE164003 y el estándar BIOMASUD).
Pero mientras no esté totalmente generalizada o sea obligatorio, como sucede en Andalucía en determinados programas de ayudas, es necesario arrojar luz para que el usuario o cliente final no se vea abocado a un conjunto de problemas e inconvenientes que hagan que se decante por una instalación de gasóleo C o de gas natural. Pero no porque lo tenga claro, sino porque la experiencia con la biomasa ha sido negativa, que es lo que realmente sucede en la mayoría de las ocasiones, afortunadamente cada vez menos y no siempre.
Una instalación de biomasa en un edificio, bien planificada, bien diseñada y basada en un biocombustible apto y competitivo comporta importantes ventajas para sus usuarios. Entre ellas dos directas, un ahorro de costes directos en relación a los combustibles fósiles y la electricidad y una contribución favorable al medio ambiente en términos de reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera, que nos poco; y que, además, se puede ver beneficiada por los Proyectos CLIMA, entre otros posibles incentivos.
¿Te ha resultado útil? Compártelo
Artículos relacionados
- El sector de las Energías Renovables experimenta su mayor crecimiento anual, alcanzando los 16,2 millones de empleos en 2023
- La primera planta de amoníaco verde con energía renovable, en marcha en Dinamarca
- El Amoníaco Renovable, su papel en el futuro
- Orden Ministerial para el fomento de biocarburantes y otros combustibles renovables
- ¿Cuáles son las tendencias en construcción en 2024?