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Gobernanza de la CAI: primero, arreglar el hardware

cai gobernanza afecAbordamos en este artículo la imperiosa necesidad de una gobernanza efectiva de la calidad del aire interior (CAI) en ciudades urbanizadas y propensas a pandemias.

La imparable marcha de la urbanización, una característica definitoria del siglo XXI, presenta un complejo entramado de oportunidades y desafíos. Si bien las ciudades actúan como motores del crecimiento económico y la innovación, sus crecientes poblaciones y actividades concentradas suelen tensionar los recursos y las infraestructuras, lo que da lugar a una multitud de problemas ambientales y cuestiones relacionadas con el cambio climático.

Entre ellos, la degradación de la calidad del aire, tanto exterior como interior, destaca como una amenaza crítica para la salud pública y el bienestar. La pandemia de COVID-19 subrayó aún más la vulnerabilidad de los centros urbanos densamente poblados frente a los patógenos transmitidos por el aire, desplazando el enfoque de garantizar ciudades meramente resistentes a las pandemias hacia el objetivo más ambicioso de crear entornos urbanos verdaderamente a prueba de pandemias.

Acuerdo de difusión de AFEC con el Dr. Iyad Al-Attar. 
Cortesía de CPI Industry / Climate Control Middle East Traducido y promocionado por AFEC

Un elemento central para lograr este cambio de paradigma es la gobernanza sólida de la Calidad del Aire Interior (CAI), un factor que durante mucho tiempo ha sido pasado por alto, pero que ahora se reconoce como piedra angular de la resiliencia urbana y la seguridad en salud pública.

gobernanza cai ilustracion01La rápida urbanización complica el reto de mantener una CAI saludable a través de múltiples vías interconectadas. El aumento de la construcción genera polvo y materia particulada, mientras que las mayores densidades de población provocan más emisiones provenientes del transporte, la energía y la industria, que penetran en los espacios interiores. La pandemia puso de manifiesto la importancia de la CAI en la transmisión de enfermedades, desplazando la atención desde la desinfección de superficies hacia la transmisión aérea como una defensa clave frente a los virus respiratorios.

Las medidas tradicionales, como el uso obligatorio de mascarillas o los ajustes básicos de ventilación, resultan insuficientes si los sistemas están averiados o mal mantenidos.

Para reforzar la resiliencia urbana ante posibles pandemias, ya sea a corto o largo plazo, debemos pasar de simplemente prepararnos para brotes a diseñar ciudades a prueba de pandemias que minimicen el riesgo de transmisión aérea de enfermedades.

Una gobernanza efectiva de la CAI implica establecer estándares integrales, realizar una monitorización constante, educar al público, planificar urbanísticamente de forma integrada e impulsar la innovación colaborativa para proteger a las poblaciones urbanas frente a los desafíos de salud actuales y futuros.

En pocas palabras... El argumento central es que la gobernanza de la CAI es un componente esencial e infravalorado para crear entornos urbanos resistentes y "a prueba de pandemias", especialmente en el contexto de la rápida urbanización. El Dr. Al-Attar subraya que la CAI no es sólo un problema medioambiental, sino una cuestión fundamental de salud pública con implicaciones de largo alcance que van más allá de la salud respiratoria. Las iniciativas eficaces de CAI requieren una perspectiva de calidad ambiental interior que abarque políticas gubernamentales sólidas, innovación tecnológica y participación ciudadana activa.

Gobernanza de la IAQ

La gobernanza es esencial para lograr una calidad del aire interior óptima mediante el establecimiento y la aplicación de normas que garanticen un aire sano en diversos entornos, incluidos los hogares y los lugares de trabajo. Esto implica la creación de normas estrictas de calidad del aire que aborden diferentes contaminantes y condiciones climáticas.

Una gestión eficaz requiere la aplicación cuidadosa de las normas establecidas en los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, lo que implica personalizar las tasas de ventilación para satisfacer necesidades específicas y adaptarse a las distintas condiciones ambientales. 

Además, nunca se insistirá lo suficiente en la urgente necesidad de sistemas de filtración de aire adaptables, que respondan de forma más inteligente a los retos de la calidad del aire exterior. Estos sistemas de filtración modernos deben tener la capacidad de hacer frente a diversas concentraciones de contaminantes de diferentes tipos, que pueden plantear riesgos adversos para la salud de los ocupantes humanos.

Las ciudades deben invertir en redes fiables de control de la calidad del aire interior y exterior para recoger datos en tiempo real sobre los contaminantes. El diseño de los filtros de aire debe conectarse con los datos reales de la calidad del aire interior para identificar las áreas susceptibles de mejora. Adicionalmente, pueden lograrse avances significativos si las administraciones públicas incentivan las innovaciones que contribuyan a soluciones sostenibles tanto en los edificios actuales como en los futuros.

Complejidad de la gobernanza de la calidad del aire interior

La gestión de la calidad del aire interior es un proceso complejo en el que intervienen múltiples partes interesadas y en el que influyen factores externos como la contaminación exterior y el comportamiento individual.

Un marco de gobernanza global que integre la Gobernanza Adaptativa y la Gobernanza Policéntrica, basado en la Teoría de la Complejidad puede constituir el núcleo de la gobernanza de la calidad del aire interior. La gobernanza adaptativa hace hincapié en el aprendizaje y la flexibilidad en entornos urbanos impredecibles, permitiendo a las ciudades probar intervenciones y perfeccionar estrategias basadas en datos del mundo real. La gobernanza policéntrica promueve la colaboración entre diversas autoridades y partes interesadas, evitando soluciones únicas y aprovechando los diversos conocimientos. La teoría de la complejidad ayuda a entender las interacciones no lineales y los comportamientos emergentes en los sistemas urbanos, subrayando la necesidad de soluciones adaptables.

Además, conceptos como gobernanza en red y gobernanza multinivel son cruciales para una gestión eficaz de la calidad del aire, fomentando la confianza, el flujo de información y los esfuerzos coordinados a nivel local y global. El establecimiento de un marco jurídico, la aplicación de la normativa, el fomento de iniciativas de concienciación pública y la prestación de apoyo a los propietarios de edificios son cruciales para mejorar la calidad del aire y la calidad de vida de los ocupantes de los edificios.

Tal vez el enfoque más adecuado para regular la calidad del aire interior sea la gobernanza adaptativa, debido a la naturaleza compleja, dinámica e incierta inherente a la CAI, a la variación de su estado y a su sensibilidad transitoria. Las fuentes de contaminantes, las concentraciones y los efectos sobre la salud cambian constantemente en función del diseño del edificio, la ocupación, las actividades y las condiciones exteriores.

Por otra parte, la gobernanza tradicional y rígida tiene dificultades para seguir el ritmo de las necesidades cambiantes de la sociedad. Sus principios de aprendizaje continuo, flexibilidad y ajuste en tiempo real permiten dar respuestas eficaces a los cambiantes retos de la calidad del aire interior. Fomenta la colaboración entre las diversas partes interesadas -propietarios de edificios, ocupantes, expertos en salud y tecnólogos- permitiendo el desarrollo de soluciones a medida basadas en datos que benefician a todas las partes. Este marco iterativo y con capacidad de respuesta garantiza que la gestión de la calidad del aire interior siga siendo eficaz y resistente en entornos en constante cambio, dando prioridad a la salud y el bienestar.

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Desafíos de la gobernanza IAQ

Uno de los principales problemas que plantea la promoción de la calidad del aire interior es la creencia generalizada de que los espacios interiores no se perciben como un bien público, accesible y utilizado por todos los miembros de la comunidad. Esta percepción persiste, a pesar de que la mayoría de la gente vive y trabaja en edificios diseñados, construidos y gestionados por terceros.

El problema de la calidad del aire en interiores es intrínsecamente difuso y carece de un punto focal o de acontecimientos dramáticos frecuentes, como el COVID-19, que catalicen el cambio. Además, el panorama normativo en torno a la calidad del aire en los edificios es complejo y abarca una miríada de factores, como los contaminantes químicos, los agentes biológicos, la física de los edificios y el comportamiento humano. Por consiguiente, legislar la calidad del aire interior está resultando mucho más complicada que el establecimiento de límites de emisión para un único contaminante emitido, por ejemplo, por la chimenea de una fábrica.

Además, los problemas relacionados con los códigos de construcción y las normas de vivienda rara vez se gestionan a escala de varios países o regiones, lo que da lugar a un marco normativo incoherente y fragmentado en barrios, comunidades y ciudades.

También pueden plantearse otros retos:

  • Datos científicos insuficientes

La falta de datos científicos adecuados para establecer normas claras basadas en la salud para muchos contaminantes de interiores -especialmente los biológicos, como el moho, los excrementos de chinches y los ácaros del polvo (Figura 3)- plantea un reto importante para los ambientes interiores. Es difícil medir con precisión la exposición personal a lo largo del tiempo, ya que la mayoría de los contaminantes de interiores carecen de indicadores medibles en el organismo.

  • Falta de comprensión de la química y la biología de las interacciones de los contaminantes

Las interacciones químicas y biológicas entre los contaminantes de interior son complejas y pueden variar mucho. Esta complejidad dificulta la comprensión cabal del comportamiento de estos contaminantes, así como la identificación de sus fuentes y el seguimiento de su evolución. Además, deben investigarse sus efectos sobre la salud en función de los distintos niveles de exposición, así como los efectos del diseño de los edificios sobre estos contaminantes. Sólo entonces podrán formularse marcos de gobernanza de la calidad del aire interior basados en pruebas, específicos y realmente eficaces para proteger la salud y el bienestar de la población en interiores de manera adecuada.

  • Cuestión de privacidad

La cuestión de la privacidad dentro de los hogares es intrínsecamente difícil de regular, tanto política como jurídicamente. Es complicado medir lo que ocurre dentro de las residencias privadas, ya que sería complicado para los organismos gubernamentales establecer normas obligatorias que influyan en el tipo de productos de limpieza que la gente utiliza, si tienen mascotas o fuman en el interior, y la frecuencia de la aspiración.

  • Falta de análisis económico de la CAI óptima

La ausencia de un análisis económico global que demuestre que una mejor calidad del aire interior puede aumentar la productividad y reducir el absentismo disminuye el interés general por las iniciativas de calidad del aire interior. Las partes interesadas buscan datos convincentes y exhaustivos sobre los costes totales asociados a las enfermedades y la atención médica, incluidos factores como los días escolares perdidos y la disminución de la productividad en el lugar de trabajo. Sin estos argumentos económicos, es probable que los responsables políticos den prioridad a otras cuestiones. Además, la falta de un coste definitivo asociado a la calidad óptima del aire puede hacer que se pase por alto en los procesos de toma de decisiones.

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¡Primero, arreglemos los equipos!

Previo a que podamos abogar eficazmente por la gestión de la calidad del aire en nuestros edificios y ciudades, es esencial abordar varios problemas acuciantes relacionados con la selección de los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, su instalación y mantenimiento.

Entre estos problemas se incluyen fallos del sistema, rendimiento deficiente de los filtros de aire, bobinas contaminadas con partículas y biopelículas (figura 4), roturas de los medios filtrantes (figura 5), fugas en los marcos de los filtros, selección e instalación inadecuadas de los filtros, así como casos en los que no se tienen en cuenta las condiciones climáticas específicas y la sensibilidad de las aplicaciones. Cada uno de estos factores puede obstaculizar gravemente la capacidad de un sistema de climatización para suministrar aire que cumpla las normas de calidad mejorada, cruciales para la salud y el bienestar de todos los ocupantes. Si los equipos de base están defectuosos o mal mantenidos, los marcos de gobernanza de la calidad del aire no servirán de mucho, por lo que primero hay que arreglar los equipos.

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No es sólo nuestro sistema respiratorio

La mala calidad del aire tiene implicaciones significativas que afectan a casi todas las facetas de la salud humana. Los efectos de los contaminantes atmosféricos van más allá de las afecciones respiratorias e influyen en la salud cardiovascular, neurológica, mental y reproductiva. Desde el punto de vista neurológico, las partículas finas pueden penetrar en el torrente sanguíneo y provocar infartos, derrames cerebrales e hipertensión al dañar los vasos sanguíneos y alterar el ritmo cardiaco. Además, se ha relacionado una calidad del aire inferior a la normal con trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, lo que disminuye la productividad y la calidad de vida en general. Además, la contaminación atmosférica está cada vez más relacionada con resultados negativos en el embarazo, desequilibrios hormonales en las mujeres y disminución de la calidad del esperma en los hombres.

Ampliar la CAI con la lupa de la Calidad de Ambiente Interior

Centrarse exclusivamente en la calidad del aire interior ha demostrado ser insuficiente para lograr entornos interiores verdaderamente saludables y productivos. Ha llegado el momento de cambiar la premisa y el alcance de los esfuerzos de la CAI hacia una visión holística de la calidad de ambiente interior para garantizar un enfoque inclusivo de la mejora.

La calidad de ambiente interior reconoce la compleja interacción de la calidad del aire, el confort térmico, la iluminación, la acústica y la ergonomía, reconociendo su impacto sinérgico en el bienestar cognitivo y hedónico de los ocupantes. Comprender las intrincadas relaciones entre los diversos contaminantes, el diseño y el funcionamiento de los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, la eficacia de la filtración y el diseño general del edificio es primordial.

Este enfoque integrado permite aplicar estrategias más eficaces que abordan las causas profundas de una mala calidad del aire, lo que se traduce en mejoras más amplias y de mayor impacto que las que se han conseguido con un enfoque limitado de la calidad del aire. Sin embargo, perseguir y alcanzar el objetivo de la calidad del aire interior puede ser extremadamente difícil de lograr. La interacción entre diferentes contaminantes, como el hollín y las partículas de polvo de sílice, los COV (componentes orgánicos volátiles) con contaminantes oxidantes, principalmente el ozono, o el ozono con el dióxido de nitrógeno, son algunos ejemplos cuyos efectos nocivos pueden exacerbarse cuando se combinan.

Evidentemente, el control de la CAI, como subconjunto de la calidad del ambiente interior, no es tan sencillo como medir un único contaminante de una chimenea.

Para abordar eficazmente los problemas variables de la calidad del aire interior, se necesitan estrategias flexibles que faciliten la detección, medición, mitigación y gestión de los contaminantes.

La doble responsabilidad

La importancia de abordar la gestión de la CAI se ha intensificado en el mundo urbanizado e interconectado de hoy en día. Los gobiernos y las comunidades tienen una gran responsabilidad en este contexto y deben participar en la toma de decisiones informadas para gestionar eficazmente los retos de la calidad del aire interior.

Como componente esencial de la CAI, es fundamental correlacionar la gestión de la calidad del aire interior con parámetros como la iluminación, la acústica y el confort térmico, ya que estos factores afectan directamente a la salud, la productividad y el bienestar general de los ocupantes de los edificios. El papel de los gobiernos en este contexto es decisivo. Como dijo Abraham Lincoln: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la tierra”.

Es imperativo establecer un mandato claro para un gobierno que dé prioridad al bienestar de sus ciudadanos, reconociendo que una calidad óptima del aire es un requisito fundamental para la salud y la felicidad. En consecuencia, garantizar su protección se convierte en una responsabilidad gubernamental. El éxito de las iniciativas de calidad del aire depende de una combinación de políticas gubernamentales eficaces, avances tecnológicos y la participación de los ciudadanos en interacciones responsables con el entorno construido, así como con el mundo natural.

 

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Modificado por última vez enJueves, 24 Julio 2025 10:27

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