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El apagón pone en riesgo los aparatos eléctricos: Hay que proteger adecuadamente las instalaciones eléctricas

apagon cuidado instalaciones electricasEl reciente apagón ha vuelto a poner sobre la mesa un problema poco visible pero real: muchas instalaciones eléctricas interiores no están revisadas ni protegidas adecuadamente para situaciones como esta.

La Federación de Gremios de Instaladores de Cataluña (FEGICAT), que representa a más de 5.200 empresas instaladoras, advierte que las sobretensiones que pueden generarse tras el restablecimiento del suministro pueden afectar negativamente a dispositivos electrónicos sensibles tanto en viviendas como en empresas: «Una instalación sin mantenimiento puede no estar preparada para proteger ni a los equipos ni a las personas. Y a menudo, el coste de no actuar es mayor que el de una revisión preventiva», señala Raúl Rodríguez, director general de FEGICAT.

Riesgos invisibles que pueden tener consecuencias

Aunque los efectos no siempre son inmediatos, FEGICAT recuerda que una sobretensión puede dañar equipos como calderas, ordenadores o sistemas de comunicación, y que los síntomas pueden aparecer días después del incidente.

Una medida preventiva al alcance de todos

Los dispositivos de protección contra sobretensiones, obligatorios en instalaciones nuevas, pueden añadirse fácilmente a cualquier cuadro eléctrico existente. Son una solución eficaz y económica que actúa como barrera protectora frente a subidas bruscas de tensión.

FEGICAT llama a la prevención y la revisión periódica

La federación insta a la población y al tejido empresarial a revisar sus instalaciones si tienen más de 15 años, y a confiar siempre en un profesional autorizado. «Una transición energética segura también requiere instalaciones interiores modernas, seguras y bien mantenidas», concluye Rodríguez.

Sistema eléctrico más resiliente

El apagón eléctrico ha sido un toque de alerta para todo el sector energético. El colapso parcial del sistema, provocado por una cadena de desconexiones frente a fluctuaciones de frecuencia, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de un modelo energético que no ha sido preparado para gestionar una penetración tan alta de renovables sin suficientes mecanismos de soporte, estabilidad y respuesta rápida.

Desde FEGICAT, se advierte que no se trata de un incidente anecdótico, sino de un síntoma estructural que exige decisiones claras y valientes. "Lo que hemos vivido no es un fracaso de las renovables, sino del modelo que debe acompañarlas. Si queremos un sistema limpio, debemos hacerlo también resiliente, flexible y distribuido. Y eso sólo será posible si hacemos las inversiones y reformas estructurales que tocan", afirma Raul Rodriguez.

El blackout ha coincidido con una peligrosa combinación de factores: una alta generación renovable sin inercia eléctrica, una baja disponibilidad de generación síncrona, la falta de activación de las centrales hidroeléctricas —a pesar de tener embalses llenos— y una estructura de control basada en criterios económicos más que operativos. Todo ello ha dejado el sistema expuesto y sin capacidad de respuesta inmediata, en un momento en el que exportaba energía a los países vecinos y dependía del apoyo puntual de interconexiones como Francia.

Ante esta realidad, es necesario reforzar el despliegue del autoconsumo con baterías como medida de resiliencia distribuida, pero siempre con sistemas capaces de funcionar en modo “isla” cuando la red falla. La mayoría de instalaciones actuales se desconectan automáticamente en caso de corte, por motivos de seguridad, y por tanto no pueden garantizar suministro autónomo. Por eso, desde la entidad se reclama que se impulsen modalidades realmente útiles en situaciones como la vivida y que permitan a los usuarios aportar estabilidad al conjunto es fundamental dotar al sistema de una infraestructura de almacenamiento a escala de red, y revisar el uso de los recursos gestionables. La hidráulica, que pudo haber actuado como estabilizador clave durante el incidente, quedó fuera del sistema por lógicas de mercado. Esto plantea una pregunta legítima sobre si determinados activos estratégicos deberían operar con criterios de servicio público. "No es una cuestión de propiedad, sino de responsabilidad. ¿Cuándo y cómo deben actuar estas centrales? Esta es la discusión que debemos abrir", apunta Raúl Rodríguez.

Otro de los grandes déficits que ha evidenciado el apagón es la falta de datos públicos y sistemas de monitorización abiertos. Hoy, el conocimiento de lo que ocurre en la red depende casi exclusivamente de la información proporcionada por operadores y distribuidoras. Por este motivo, desde FEGICAT se propone impulsar una infraestructura pública "no iluminada" -es decir, no intrusiva ni activa- que permita entender en tiempo real cómo se comporta la red, anticipar riesgos y actuar de forma coordinada con el interés general.

"La respuesta a lo ocurrido no puede ser el miedo o el retroceso. Al contrario. Hay que apostar por un sistema renovable, pero también seguro, distribuido y con control público del conocimiento. Lo que nos jugamos es la soberanía energética, la competitividad y la confianza ciudadana", concluye Rodríguez.

El apagón del 28 de abril debe ser, sobre todo, un punto de inflexión. Un momento para reforzar las fortalezas del sistema, corregir vulnerabilidades y avanzar hacia un modelo energético inteligente, abierto y preparado para los retos del siglo XXI.

Modificado por última vez enMiércoles, 30 Abril 2025 09:30

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