Ni apagones ni excusas: la revolución silenciosa de la aerotermia
- Escrito por Marta San Román
El apagón del pasado abril fue breve, pero revelador. En apenas unos minutos nos recordó que la seguridad energética no es una preocupación del futuro, sino una necesidad del presente. También nos mostró una oportunidad: la tecnología actual ya permite que los propios edificios ayuden a la red eléctrica a mantenerse estable. Cada bomba de calor, cada sistema de control inteligente, puede formar parte de una defensa energética distribuida.
En los últimos meses hemos escuchado un mensaje repetido: “hay que reforzar el sistema eléctrico”. Y es cierto, pero la cuestión no es sólo técnica. No se trata únicamente de cables, redes y megavatios, sino de reforzar el sistema energético en su conjunto.
La electrificación de la demanda térmica —donde la aerotermia y las bombas de calor son protagonistas— es un paso esencial, pero no el único. La red eléctrica debe ser independiente y resiliente, sí, pero también lo debe ser el sistema energético en su globalidad. Los conflictos bélicos recientes en Europa nos elertaron de lo que significa depender de una fuente “cautiva”, el gas. La diversificación, la generación local y el uso eficiente de la energía son ahora principios irrenunciables.
España parte con ventaja. Su mix energético, la madurez tecnológica del sector HVAC y una industria de climatización innovadora y competitiva le dan una posición estratégica. Con una economía que crece por encima de la media europea, el país tiene la oportunidad de convertirse en referente de una transición energética basada en la inteligencia y no solo en la infraestructura.
La aerotermia representa esa inteligencia. Convierte el edificio en un actor activo del sistema: produce, almacena y gestiona energía térmica. Ya no es un consumidor pasivo, sino un prosumidor capaz de contribuir al equilibrio de la red. Cada bomba de calor actúa como un pequeño estabilizador del sistema eléctrico, ofreciendo confort, eficiencia y flexibilidad.
"Este es el momento de invertir en infraestructuras energéticas inteligentes, no de frenar el cambio. Sin aerotermia no habrá descarbonización plena de los edificios".
La bomba de calor es la cara térmica de la transición energética: proporciona calefacción, refrigeración y agua caliente, con un rendimiento muy superior al de cualquier sistema convencional y sin emisiones directas. Y en un país que vive inviernos suaves y veranos cada vez más extremos, su papel es simplemente esencial.
Las políticas públicas empiezan a reconocerlo. AFEC ha propuesto que las bombas de calor se incluyan expresamente entre las tecnologías subvencionables en el próximo Plan Estatal de Vivienda. Las ayudas a la eficiencia no pueden limitarse a la envolvente: deben integrar también las instalaciones térmicas renovables, porque solo así se alcanza la coherencia entre la normativa (PNIEC, EPBD) y la realidad energética del país. Sin aerotermia no habrá descarbonización plena de los edificios.
Una única transición energética
Recientemente coincidieron dos grandes eventos del sector: uno sobre gases renovables y otro sobre instalaciones térmicas. Los discursos fueron distintos, pero el reto es común. No puede haber dos transiciones energéticas en paralelo: solo hay una, y debe ser coherente, rigurosa y libre de greenwashing.
La transición actual es más compleja que las anteriores. No viene impulsada únicamente por el mercado, sino también por la legislación, que marca tiempos, objetivos y reglas de juego. Es una transición que requiere coordinar tecnologías, sectores y cadenas de valor. Y en esa ecuación, las bombas de calor son imprescindibles. Comparten con los gases renovables un propósito —reducir emisiones, fortalecer la independencia energética, generar empleo de calidad—, pero lo hacen con diferentes enfoques y eficiencias. La bomba de calor aprovecha al máximo la energía renovable disponible y multiplica su rendimiento: por cada kilovatio hora eléctrico consumido, aporta tres o más kilovatios hora térmicos útiles. Su eficiencia real ronda el 330%, frente al 33% del biometano.
Además, no genera emisiones de NOx ni contaminantes locales, y su huella de carbono es significativamente menor incluso si la electricidad no procede totalmente de fuentes renovables. La aerotermia es, por tanto, la tecnología que más contribuye a reducir emisiones en el ámbito de la climatización, y la única que proporciona tres servicios simultáneamente: calor, frío y agua caliente.
La industria lo está respaldando con hechos. En los últimos años, el sector europeo de bombas de calor ha invertido más de 1.500 millones de euros en fábricas, innovación y talento. En España, el tejido de fabricantes, distribuidores e instaladores se está consolidando como motor de empleo cualificado, digital y sostenible.
Pero aún queda una barrera por superar: la económica. El coste inicial sigue siendo un obstáculo para muchos hogares y pequeñas empresas.
Por eso, la acción coordinada entre industria y administración es clave. Hoy existen mecanismos eficaces para reducir esa inversión inicial: los Certificados de Ahorro Energético, las deducciones fiscales por rehabilitación o las bonificaciones del IBI para instalaciones renovables como la aerotermia.
El desafío no es tecnológico, sino mental. Seguimos pensando en el coste de adquisición (CAPEX) y no en el coste de operación (OPEX). Cambiar ese enfoque es tan importante como cambiar la caldera por una bomba de calor.
La transición energética será una sola, pero debe ser justa, transparente y medible. El greenwashing es una amenaza real. No toda etiqueta verde lo es realmente, y por eso debemos basar nuestras decisiones en datos contrastados y rendimientos verificables. Solo así la sostenibilidad dejará de ser un eslogan para convertirse en un compromiso.
Comunicar con ritmo
La energía limpia, resiliente y sostenible de la bomba de calor no solo se instala: también se comunica. La transición energética necesita conocimiento, empatía y una buena dosis de creatividad.
Por eso desde AFEC hemos lanzado el concurso “Un jingle para el planeta”, una iniciativa que une tecnología y música para hacer llegar el mensaje de la aerotermia a nuevos públicos. Porque la revolución térmica también se baila.
Detrás de esta idea hay una convicción: los verdaderos protagonistas de la transición no son las máquinas, sino las personas. Quienes diseñan, fabrican, instalan, mantienen, prescriben, forman y también quienes comunican. Son ellos los que hacen posible que la innovación llegue a la sociedad y se traduzca en beneficios reales.
Durante años hemos trabajado en promoción técnica y divulgativa: el Plan de Promoción de la Bomba de Calor, el Foro de la Bomba de Calor —que celebrará su quinta edición este otoño— y ahora este concurso creativo. Queremos atraer talento joven, romper estereotipos y mostrar que detrás de la climatización hay ciencia, innovación y emoción.
La aerotermia no solo transforma la manera de climatizar: está cambiando la forma de entender la energía. Es silenciosa, limpia y eficiente, pero también revolucionaria. Y si algo ha demostrado la historia reciente es que las grandes revoluciones energéticas no siempre hacen ruido… pero cambian el mundo.
Quizá por eso, en lugar de explicar una vez más cómo funciona una bomba de calor, ha llegado el momento de hacerla sonar.
Porque, al final, la revolución térmica también se canta.
Más información:
www.bombadecalor.org
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