Bloques temáticos:

• El sombreado solar
• Ventilación eficiente
• Seguridad pasiva y control de humos
• Cubiertas cerámicas y fotovoltaica

La falta de implantación de ciertas tecnologías, como el sombreado solar, no se debe a su ineficacia, sino a la dificultad de medir su impacto. “El dato hace el relato”, apuntó María Moya, subrayando que sin métricas no hay políticas ni presupuestos.

Tanto en ventilación como en integración de fotovoltaica o control de humos, las normativas han sido clave para extender su implantación. Sin embargo, todos los participantes coincidieron en que aún queda mucho por hacer, especialmente en el ámbito de la rehabilitación.

Con 26 millones de viviendas que deben adaptarse a los nuevos estándares energéticos y de salubridad, el reto es mayúsculo. La buena noticia es que las soluciones existen, y si algo quedó claro en esta mesa redonda es que hay una nueva generación de fabricantes, técnicos y prescriptores comprometidos con un futuro más sostenible, saludable y seguro para todos.  

El sombreado solar: la fachada como sistema inteligente 

María Moya, secretaria ejecutiva de la Asociación Española de Sombreado y Control Solar Dinámico (AESSO), fue la encargada de abrir la mesa redonda con una exposición centrada en una de las soluciones más efectivas y, paradójicamente, menos implantadas en la edificación: la protección solar automatizada. Presentó en primicia los resultados preliminares de un estudio desarrollado por la Universidad del País Vasco que analiza el impacto del sombreado solar en el confort térmico de las aulas escolares, en un contexto de aumento progresivo de las temperaturas debido al cambio climático.

El estudio se centra en una simulación energética de un aula tipo de secundaria situada en Madrid, con orientación este y sur, y compara dos tipologías constructivas: un edificio de los años 80 y uno nuevo. La herramienta utilizada fue Cypetherm, uno de los pocos softwares oficiales reconocidos por el Código Técnico de la Edificación (CTE) que permite cuantificar el impacto de estos dispositivos en términos de confort térmico y demanda energética.

Se evaluaron cuatro escenarios: sin ningún dispositivo de sombreado, con cortinas interiores, y con dos tipos de sistemas exteriores automatizados con diferentes factores solares. Todos los dispositivos exteriores eran móviles y automatizados, porque —como recalcó Moya— “no se puede confiar en que los usuarios manipulen correctamente los sistemas de forma manual”. Además, el estudio integró como variable la ventilación natural, aplicando criterios del RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios). En las primeras simulaciones, el aula resultaba inviable térmicamente con los caudales mínimos exigidos, por lo que fue necesario aumentar la ventilación —simulando la apertura de ventanas en recreos y antes de clases— para obtener condiciones más realistas.

Uno de los puntos clave del estudio es la métrica empleada para evaluar el disconfort térmico: los grados-hora de sobrecalentamiento. Esta unidad pondera tanto el número de horas fuera del rango de confort (generalmente 26 °C) como la intensidad del exceso de temperatura. Así, no es lo mismo una hora a 27 °C que a 37 °C. 

Según los resultados presentados, los sistemas de sombreado exterior automatizados lograban reducir a la mitad los grados-hora de sobrecalentamiento respecto al escenario sin protección, incluso en días con temperaturas exteriores moderadas (25 °C).

Los beneficios no se limitan al confort térmico: los dispositivos de protección solar también contribuyen a mejorar el confort visual (al controlar el deslumbramiento), acústico (al absorber reverberación si se usan materiales adecuados) y la calidad del aire interior (si se emplean tejidos con bajas emisiones de compuestos orgánicos volátiles). Todo ello los convierte en elementos que inciden directamente en varios de los parámetros evaluados por certificaciones como WELL, centradas en el bienestar de las personas en los edificios.

Moya subrayó, además, la reciente inclusión del sombreado solar móvil en las herramientas de cálculo del Instituto Torroja, lo que permitirá en breve realizar certificaciones energéticas más precisas y completas que reflejen el impacto real de estos sistemas. “Hasta ahora, el problema no era que el sombreado no funcionase, sino que no sabíamos cómo medirlo ni incluirlo formalmente en los proyectos”, explicó. En este sentido, desde AESSO trabajan activamente en formación, divulgación y generación de estándares que permitan incorporar el sombreado solar como una herramienta clave en el diseño eficiente.

“Si un edificio está mal diseñado para garantizar el confort, acabamos gastando energía de más para compensarlo”, concluyó. “El sombreado solar ofrece una solución pasiva, eficaz y económica que debería estar mucho más presente tanto en obra nueva como en rehabilitación”.  

Ventilación eficiente: salud y energía no están reñidas

La intervención de Enrique García, director de marketing de Aldes, puso el foco en una paradoja clásica: “la ventilación es, en apariencia, contraria a la eficiencia energética porque extrae el aire que previamente hemos climatizado”. Sin embargo, sin una ventilación adecuada, la calidad del aire interior (CAI) se degrada, con consecuencias directas sobre la salud.

Aldes lleva más de un siglo desarrollando sistemas de ventilación y ha apostado decididamente por soluciones que equilibran salud, eficiencia y sostenibilidad. Entre sus desarrollos recientes destacan los filtros biodegradables y reciclables, y nuevas tecnologías de purificación del aire mediante ionización o rayos ultravioleta, capaces de eliminar partículas sin generar residuos.

El enfoque de la compañía se dirige ahora a soluciones autosostenibles, sin mantenimiento, con componentes fácilmente reemplazables para alargar la vida útil de los sistemas sin generar residuos adicionales. Esta filosofía se alinea con la necesidad de rehabilitar el parque edificatorio existente, ya que “para cumplir con los compromisos de descarbonización firmados a 2030 o 2050, hay que intervenir en millones de viviendas”, remarcó García.  

Seguridad pasiva y control de humos: protección sin renunciar a la estética 

Desde Kingspan, Alberto Llorente explicó la evolución de los sistemas de seguridad pasiva en edificación, especialmente aquellos orientados al control de humos. Estos sistemas, diseñados para activarse en caso de incendio, permiten evacuar los edificios con mayor visibilidad y temperaturas controladas, evitando víctimas y daños mayores. “Afortunadamente, la mayoría de estos sistemas nunca se activan, pero su presencia es vital”, explicó.

Kingspan no solo trabaja en soluciones para grandes instalaciones como aeropuertos o centros de convenciones, sino que apuesta también por sistemas arquitectónicos que mejoran el confort diario de los ocupantes. Los equipos instalados en lugares como la biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona permiten ventilación e iluminación natural, integrándose visualmente en la arquitectura.

La sostenibilidad, señaló Llorente, también es una prioridad para la compañía: desde la fabricación con materiales reciclados y proveedores de kilómetro cero, hasta productos capaces de conservar la energía en cámaras frigoríficas a -30 °C. “Nuestro reto es combinar seguridad con eficiencia energética y estética”, concluyó.  

Cubiertas cerámicas y fotovoltaica: integración, eficiencia y durabilidad 

Jaime Pascual, de Tejas Borja y La Escandella, aportó la visión desde la envolvente del edificio. Explicó cómo la cubierta puede ser no solo la primera barrera frente al clima, sino también una fuente de energía limpia y un elemento clave en la estrategia de eficiencia energética.

La empresa ha desarrollado sistemas prefabricados que combinan teja cerámica, aislamiento térmico de alto rendimiento y ventilación bajo teja. Estos paneles permiten reducir tiempos de ejecución, facilitar el cumplimiento normativo y minimizar el impacto ambiental mediante el uso de menos materiales.

Además, han integrado la generación fotovoltaica directamente en la cubierta mediante tejas solares que mantienen la estética tradicional. Esto evita los problemas de estanqueidad y filtraciones típicos de instalaciones superpuestas y permite una mayor durabilidad. “Hablamos de productos con una vida útil de hasta 50 años y garantías de hasta 35”, destacó Pascual.

En cuanto a su implantación, señaló que es más frecuente en obra nueva por razones presupuestarias y estéticas, aunque también se han desarrollado proyectos en rehabilitación, especialmente en edificios históricos o de valor patrimonial.  

Conclusión: Edificios que cuidan a las personas 

La arquitectura del futuro no será solo una cuestión de estética o estructura, sino de bienestar. La salud física y emocional de los ocupantes, el ahorro energético, la reducción de emisiones y la seguridad ante emergencias son ya criterios imprescindibles en cualquier proyecto de edificación o rehabilitación

Tal como concluyó Maite Ruffo, “los edificios cada vez son mejores, y eso es gracias a quienes los diseñan, construyen y equipan con soluciones que piensan en las personas”.