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Estanqueidad de los edificios: qué es, evaluación, riesgos y soluciones

Estanqueidad de los edificios frente al aire y al aguaEl concepto de estanqueidad asociado a los edificios está relacionado principalmente con el grado de protección que presentan frente al paso de aire y de agua a través de la envolvente. Hermeticidad o permeabilidad son términos que también podemos utilizar para hacer referencia a este concepto. En cualquier caso, al estudiar la estanqueidad en los edificios, hablamos de analizar cómo influyen estos agentes externos en la durabilidad, habitabilidad y seguridad del edificio y sobre todo por qué hay que tenerlos en cuenta en su diseño y construcción.

La estanqueidad al aire de los edificios

La estanqueidad o hermeticidad al aire de un edificio se define como la capacidad para bloquear las infiltraciones de aire no deseadas. Depende por un lado de la calidad constructiva de la envolvente del edificio. Por otro, de las diferencias de presión entre el interior y el exterior, causa del flujo de aire a través de esta.

Las infiltraciones de aire consisten básicamente en el paso de aire sin control a través de grietas, fisuras o aberturas en la envolvente térmica del edificio. Incluso huecos de paso de instalaciones o encuentros entre diferentes elementos constructivos mal sellados. Su detección y tratamiento permite reducir el riesgo de patologías posteriores. Por otro lado, el correcto diseño y ejecución de la envolvente teniendo en cuenta el factor de la estanqueidad al aire desde el principio es garantía de éxito para su eliminación total.  

La estanqueidad al aire está directamente relacionada con la demanda energética del edificio

Los edificios intercambian energía con el entorno en un proceso termodinámico. Lo hacen a través de sus cerramientos y huecos, constituyentes de la envolvente térmica del edificio, fundamentalmente por transmisión de calor. Y dicho intercambio de energía se produce debido a factores físicos. Diferencias de temperatura entre el interior y el exterior, así como de presión de vapor y de aire y el clima de la zona. Por otro lado, dicho intercambio energético también está relacionado con la ventilación controlada en el interior del edificio y por las infiltraciones de aire no deseadas. Estas últimas dependen lógicamente de la hermeticidad al aire de la envolvente y condicionan la demanda energética de calefacción y refrigeración del edificio. De ahí que la estanqueidad al aire de la envolvente debe de ser una variable más a considerar en el diseño pasivo de los edificios. No olvidemos que el objetivo consiste en reducir a mínimos la demanda energética de los edificios, tal y como se exige en la normativa actual de ahorro de energía. 

Cómo se mide la permeabilidad al aire de los edificios

Para medir la estanqueidad al aire de los edificios se utiliza el indicador n50.  Dicho indicador se refiere a la cantidad de veces que se renueva el aire en el interior del edificio. Se mide durante una hora para una presión diferencial constante de 50 Pa. Para su medición se utilizan ensayos normalizados como el método de Blower-door. Un ensayo que ha ganado popularidad en los últimos años ya que se asocia al estándar de construcción de alta eficiencia energética Passivhaus.  

Soluciones para garantizar la permeabilidad al aire

Desde el punto de vista constructivo, la estanqueidad al aire se consigue diseñando y ejecutando una envolvente continua y totalmente estanca. El correcto sellado de las juntas de unión entre los diferentes elementos constructivos por un lado y la hermeticidad al aire de la envolvente por otro, son los dos factores fundamentales a tener en cuenta. Para ello el mercado ofrece múltiples soluciones en base a materiales y sellantes que permiten resolver ambos aspectos.  

La estanqueidad al agua de los edificios

En lo que respecta a la estanqueidad al agua de los edificios, lo que se busca fundamentalmente es reducir el riesgo de infiltraciones de agua desde el exterior a través de la envolvente hacia el interior. No obstante, este concepto también está relacionado con el riesgo de condensaciones.

En el primer caso, las infiltraciones de agua se producen básicamente por la presencia de agua en el exterior como consecuencia de la lluvia, roturas o fugas accidentales o el efecto de la capilaridad. En el caso de las condensaciones, tanto superficiales como intersticiales, de lo que se trata más bien es de considerar la temperatura y humedad interior y exterior, así como el grado de ventilación de los espacios interiores e incluso el ritmo de producción de humedad interior, para comprobar que el flujo de vapor de agua a través de la envolvente no deriva en la aparición de humedades.

En ambos casos la presencia de agua y humedades deriva en procesos de deterioro que afectan por un lado a la durabilidad de los materiales constructivos, y por otro a la calidad del aire interior. 

Qué dice la normativa respecto de la estanqueidad al agua

En lo que respecta a la estanqueidad al agua desde el exterior, la normativa es muy clara. Para ello exige la ejecución de una serie de condiciones con el objetivo de garantizar la protección total de la envolvente frente a la humedad. Una exigencia que afecta a muros en contacto con el terreno, suelos, fachadas y cubiertas y que pasa por el correcto diseño del cerramiento y de los encuentros singulares. En el caso de los muros y suelos, por ejemplo, la normativa establece diferentes condiciones para las soluciones constructivas. Las variables que hay que tener en cuenta son la presencia de agua y el grado de permeabilidad del terreno. En el caso de las fachadas, la zona pluviométrica y el grado de exposición al viento, determinan el grado de impermeabilidad mínimo exigido. Por último, las cubiertas a las que se les exige disponer de una serie de condiciones básicas: sistema de formación de pendientes, barrera contra el vapor, capas separadoras para evitar contacto entre materiales químicamente incompatibles, aislamiento térmico, impermeabilización y acabado superficial. 

El riesgo de condensaciones es otro factor a tener en cuenta

En lo que respecta al control del riesgo de condensaciones su regulación aparece en el documento de ahorro de energía. En este apartado se establece la obligatoriedad de llevar a cabo un análisis de ambos tipos de condensaciones y de considerar ciertas estrategias para su control. No obstante, la normativa en este aspecto es bastante laxa dejando a criterio del técnico proyectista la solución más adecuada: aislante térmico por el exterior, ejecución de cámara de aire en el cerramiento que permita recoger y evacuar el agua condensada o bien la instalación de una barrera de vapor en el lado caliente del elemento constructivo.

Conclusión

Con todo lo explicado cualquiera puede pensar que diseñar un edificio completamente hermético puede ser el resultado de un proceso complejo, además de un objetivo difícilmente alcanzable. Son muchos los factores que intervienen, y algunos hasta difíciles de controlar. No obstante, haciendo un pequeño ejercicio de reflexión, al menos podemos concluir que gran parte del éxito dependerá del correcto diseño, de la adecuada selección de materiales y del control de la ejecución en obra. Factores que generalmente sí podemos controlar.

 
Modificado por última vez enMartes, 29 Noviembre 2022 10:28

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